ETA, naufragio rústico
Una vez menguadas sus cartucheras, la gleba bastarda de ETA viene a pedir de nuevo foco. La ridícula escenificación del anuncio de cese definitivo de la violencia -con capuchón y chapela- tiene tanto de entusiasmo como de trampa. Se vuelve a hablar de ETA. Continúa el chantaje publicitario. Regresa el cambalache y el comercio de cesiones, de amenazas. El tironeo de la negociación será largo y traerá múltiples descargas.
Antes nos exigían vivir con miedo. Ahora sugieren la costumbre de compartir espacios con el cadáver de la banda. De regresar a la psicofonía de sus gargantúas berreando mundos paralelos (otra vez), realidades caducas, alardear del logro de objetivos políticos sin victoria, vuelta al patrioterismo de aldea, al fascismo de banderín... Pero sucede que estas elecciones generales teníamos que ocuparlas en cosas más urgentes. En verdades más ciertas. En nosotros.
[...] De ahí que no se disuelvan, tan sólo han pasado de la postura de firmes a la de descanso. De momento, un achaque teatral. Será tarea de Rajoy -bonito marrón para empezar- el ir favoreciendo el desguace sin descompensar la yenka de las promesas prometidas. Zapatero andará ya mirando de lejos, como las novias de andén zureando pañuelo, con Rubalcaba al fondo. Quería nicho en la Historia y de algún modo lo tiene. Se lo ha currado desde el navajeo con bomba de la T-4. Pero sabe que el poder cabrón de ETA también es fumigar el prestigio de cualquiera que se acerca. ¿Y ahora qué?
Sería fabuloso asestar a los pistoleros un silencio sutil, por fin un desprecio callado. Algo así como un «iros todos a tomar por culo» sin adiós, sin despedida, sin sensurround. No vender como cebo de urna ni su extinción ni su gangrena. No celebrar su patológica melancolía. Eso dejádselo a Bildu. No caer en esa simplicidad tan suya que vuelve todo ocasión de duelo, como en el poema de Mark Strand. Que no jueguen con más baraja de la que tienen.
[...] Si no pudieron con la guera de sangre, que no nos jodan con la ideológica. Ya toca que vayamos a lo nuestro.
Antonio Lucas
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