Porto Vecchio-Bastia (212 km)
El Tour colecciona a lo largo de sus 100 años un puñado de imágenes tan míticas, que en más de una ocasión hemos pensado en llevarlas en la cartera junto a la de los niños y nuestra novia cuando era guapa. A ese excelso álbum de cromos, añadiremos desde ayer una foto que, por bizarra, quedará para los anales de la historia: el autobús del Orica GreenEdge quedó atrapado como por un cepo en la línea de meta en lo que, temimos, pudiera ser la última broma del humorista Remi Galliard.
El Tour colecciona a lo largo de sus 100 años un puñado de imágenes tan míticas, que en más de una ocasión hemos pensado en llevarlas en la cartera junto a la de los niños y nuestra novia cuando era guapa. A ese excelso álbum de cromos, añadiremos desde ayer una foto que, por bizarra, quedará para los anales de la historia: el autobús del Orica GreenEdge quedó atrapado como por un cepo en la línea de meta en lo que, temimos, pudiera ser la última broma del humorista Remi Galliard.
Nada más lejos de la realidad. Entre los nervios típicos de
final de carrera con viento pegando de costado, hubo que estar tan pendientes
de Radio Tour como de las direcciones que llegaban por el pinganillo. Con el
autobús aun en meta, la organización de carrera adelantó el final de la etapa
al kilómetro 3 lo que pudo suponer una trampa para los corredores por la
rotonda situada a escasos 100 metros de la nueva meta.
Cuando el –estirado ya- pelotón preparaba la llegada y, para
darle un toque como de última hora, el autobús salió de su guarida. La
estrategia de los equipos cambiaba y los nervios por colocar a los sprinters se
sucedían tras el ritmo puesto por los Omega y los Saxo Bank. En ese momento se
produjo una caída en la parte delantera tremendamente aparatosa, en la que se
vieron involucrados demasiados ciclistas para ser un primer día. Entre ellos
estaba Alberto Contador junto a mucha parte de su equipo. El de Pinto no
perdería tiempo con respecto a sus rivales por la general ya que el
adelantamiento de meta, con corredores ya en zona de seguridad que se amplió a
los tres últimos kilómetros modificados, favoreció los intereses del español.
Con Cavendish cortado, los nervios en cabeza de carrera en
torno a los líderes que pudieran haberse visto afectados por la caída, se
produjo un sprint con más corazón que piernas sin saber a esas alturas, si
valdría para algo o no. Venció Kittel,
el corredor del Argos por delante de Alexander Kristoff (KAT) en un final muy
apretado, que coronaría al alemán como primer maillot amarillo del Tour de los
100 años.
Aunque si hay que destacar el papel de un corredor español
en el día de ayer, ese es Juan Antonio Flecha. Junto a cuatro compañeros de
viaje (Lemoine, Boom, Cousin y la otra baza patria que fue interceptada antes, Juanjo
Lobato) atacaron desde el desayuno en una aventura que les duraría 170 kilómetros.
El ataque de Flecha, viene a suponer un aviso para navegantes de que su paso
del Sky al Vacansoleil se produce por la vital razón existencial de que Juan
Antonio es un alma libre además de valiente que dará que hablar más allá de
llevar agua o acompañar líderes. Y es que las flechas siempre viajaron por el
aire, rara vez en autobús.
Darío Novo
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