miércoles, 5 de septiembre de 2012

0 Ganará Obama


[...] Fue cuando el Congreso aprobó la Ley de Derechos Civiles. Y Johnson no se equivocó. Los demócratas habían roto el ominoso pacto con el diablo que concediera firmar Roosevelt tres décadas atrás. Porque el esqueleto del Estado del Bienestar que respondía por New Deal, tan apoyado en sus orígenes por el Sur, tenía un precio: que Washington mirara hacia otro lado en el asunto de la segregación. Así, una vez roto aquel matrimonio de conveniencia, no volvieron a levantar cabeza en ese territorio. Luego llegó la discriminación positiva, junto a la corrección política y el multiculturalismo, una de las mayores estupideces que la Nueva Izquierda legaría en herencia al establishment liberal (en el sentido anglosajón del término).
Un exceso que desbordaba todos los límites de lo razonable y que acabó sembrando la semilla del Tea Party. Añádase, en fin, que cuando las voces frontera y coladero comienzan a resultar sinónimos, resulta harto difícil convencer a la gente de que debe pagar más impuestos para auxiliar a ignotos recién llegados. Sobre todo, si no existe sentimiento alguno de comunidad, ni valores compartidos. Grosso modo, he ahí el origen del muy agrio disenso partidista en la Norteamérica contemporánea. Pues ésa de las minorías no es una cuestión más, sino la cuestión. En puridad, los republicanos no se enfrentarán en noviembre a la izquierda, sino a la demografía. Nada entonces tienen que hacer. Obama ya ha ganado. 
José García Domínguez/ Libertad Digital
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