viernes, 18 de mayo de 2012

0 El Derby de Kentucky es decadente y depravado (y XIII)


Él se encogió de hombros y se fue, cerrando la puerta detrás suyo. Regresé a la cama por otra hora, y más tarde—después del jugo diario de pomelo tomado a la carrera en el Nite Owl Food Mart—tuvimos nuestro última comida en el “Pueblo del Pescado y la Carne”: un fino almuerzo de pasta con interiores de res, freídos en abundante grasa.

Para ese momento Ralph ya no ordenaba café; se mantenía pidiendo sólo agua. “Es la única cosa que tienen aquí apta para consumo humano,” explicó. Luego, con una hora o más por matar antes que él tomara el avión, pusimos los dibujos sobre la mesa y los examinamos un buen rato, preguntándonos si él había captado el espíritu del Derby…pero no pudimos decidirnos. Sus manos temblaban tanto que él tenía problemas para sostener los papeles, y mi vista estaba tan borrosa que apenas podía ver lo que había dibujado Ralph. “Mierda,” dije. “Ambos estamos peor que cualquier cosa que hayas dibujado tú aquí.”

Él sonrió. “Sabes—he estado pensando sobre eso,” dijo. “Vinimos aquí para contemplar un espectáculo terrible: gente vuelta loca y vomitando sobre sí misma y todo eso…y ahora, sabes qué? Somos nosotros…”
Un gran Pontiac Ballbuster vuela a través del tráfico en plena carretera.

Un boletín nacional de noticias informa que la Guardia Nacional está masacrando estudiantes en Ken State y que Nixon continúa bombardeando Camboya. El periodista conduce, ignorando a su pasajero, que ahora está casi desnudo tras sacarse la mayor parte de su ropa, que sostiene contra la ventana, con el fin de quitar el olor del Mace. Sus ojos están enrojecidos y su cara y su pecho están empapados con cerveza, que él ha usado para limpiarse del horroroso químico que tiene pegado en la piel. La parte delantera de sus pantalones de lana está húmeda con vómito; su cuerpo es remecido por violentos accesos de tos y ahogados sollozos. El periodista conduce el inmenso auto a través del tráfico y se estaciona enfrente del Terminal, abre la puerta del lado del pasajero y empuja al inglés, gritando: “Lárgate, marica! Hijo de puta pervertido! [ríe enloquecido] Si te vuelvo a encontrar te patearé todo el camino hasta Bowling Green—basura extranjera. El Mace es demasiado bueno para ti…podemos arreglárnoslas sin tipos como tú en Kentucky.”

Hunter S. Thompson
Scanlan's Monthly,1970

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