jueves, 15 de diciembre de 2011

0 Un maestro, José Luis Garci (I)

Escribo desde los Picos de Europa en un atardecer de septiembre. Estoy al sur de Asturias localizando exteriores para una película. No muy lejos de aquí, cuatro o cinco cumbres hacia Santander, en Potes, está enterrado Enrique Herreros, quizá el más original director del cine español  y, sin duda, uno de los creadores  más notables de aquella irrepetible Generación de Humoristas (o Humanistas) del 27: Tono, Neville, López Rubio, Mihura, Jardiel…, todos con mirada de colegial. España es un país de olvidos, eso no lo olvida nadie. Incluso hoy, tanto tiempo después, seguimos siendo tacaños con estos gigantes del buen gusto –Lopez Rubio es un ejemplo vivo-, del talento sugerido y del humor más inventivo- atravesado siempre por una flecha mojada lo justo en melancolía-.Nos cuesta admitir, ¡ay!, que seguimos alimentándonos de réplicas de Jardiel y diálogos de Mihura o Llopis; que usamos formas de Herreros o Tono; que, en fin, esa sensación dejada por Edgar a lo largo de toda su obra de que el tiempo no se detiene, nadie la ha superado aun.
Hace una docena de años, por estas fechas, moría Herreros con esa grandeza estoica de los héroes de John Ford. (Herreros tenía un aire a Donald Crisp cuando pensaba sobre el papel y al sonreír sus ojos recordaban a los de Henry Travers.) El “jeep” de Herreros derrapó en plano general en medio del sendero de sangre que asciende al anaranjado monte de Bulnes, ese naranjo que cada vez se parece más a Moby Dick por la cantidad de arpones que han ido clavando en su mole caliza los montañeros. Apenas sesenta fotogramas después de la caída del “todoterreno”, Enrique Herreros, en primer plano y solo, como los valientes, echó a volar su última mirada panorámica por la majestuosa pared lisa que tantas veces conquistara. Luego, alguien allá arriba fundió en negro. (Thomas Mitchell, con el cuello roto y muchas películas antes, quiso morir de forma parecida en una cordillera de los Andes hecha de cartón en el solar trasero de la Columbia. “Sólo los ángeles tienen alas”.)
José Luis Garci
ABC,21/9/1989

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