Tres meses
después volvió el Atlético a vencer lejos del Calderón. Para ello el equipo de Simeone reseteó su juego, volviendo a
aplicar la pócima del éxito: presión e intensidad.
Ayudó el
equipo de Djukic, un equipo que ayer
arrugó y pareció más pequeño de lo que realmente es. Y ahí es donde reside el
mérito del Atlético de Madrid en esta temporada. Los rojiblancos conseguían
minimizar rivales por imperativo legal. En las últimas salidas, más allá del
esperpento europeo, no sólo no conseguía minimizar a sus contrincantes, sino
que potenciaba sus virtudes hasta desbordar al colchonero.
Con ventaja
en el marcador el Atlético se ajustó a su plan estrella: cerrar espacios y no
conceder regalos al rival.
Durante la
primera mitad poco o nada más sucedió. Sólo Diego Costa añadió picante al encuentro en la fría tarde de Pucela.
El de Lagarto pudo poner más tierra de por medio si no hubiera pecado de exceso
de frialdad ante Dani Hernández.
¿Y el
Valladolid? Perdido en algún lugar de Castilla.
El segundo
acto fue un calco de la primera mitad. Con un Atlético bien plantado en el
campo, gracias principalmente a la labor de un inmenso Gabi, el partido estaba en el área de Dani Hernández. No machacó el Atlético antes porque su zona noble (Falcao y Arda) no está minimamente
cerca de su buen nivel, lo que supone un motivo de preocupación para Simeone.
Sin embargo
el que nunca se fue es Diego Costa.
El brasileño es un demonio de Tasmania moderno. Nunca hace amigos, siempre
produce algo positivo. Fruto de su intensidad llegó el 0-2. Una asistencia con
la cabeza de Koke propició el
violento golpeo de Diego Costa. Nada
pudo hacer Dani Hernández para un
Valladolid impotente.
El segundo
gol visitante cerró un partido excesivamente plácido para el Atlético. Antes
del final Cristian Rodríguez hurgó
más en la herida vallisoletana para poner el 0-3 tras un monumental fallo de Rukavina. Quizás demasiado excesivo
para los méritos rojiblancos, aunque ajustado a la realidad en relación a los
deméritos pucelanos.
Inyección
de moral para un equipo titubeante que tiene por delante 10 días absolutamente
claves en el devenir de la temporada. Espera el Rubin Kazan en Moscú,
posteriormente el renacido Espanyol de Aguirre,
para cerrar el círculo en la cita más importante de la temporada: Nervión y su
Sevilla aguardarán al Atlético. Queda mucha tela por cortar…
A.Briega
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