Una marcha de 1.000 kilómetros hasta el frente
Tras dar por finalizado el entrenamiento, los divisionarios recibieron sus primeras órdenes: partir hacia Rusia para reforzar a las fuerzas alemanas. Sin embargo, se planteó un problema para la División Azul debido a que, aunque podían ser trasladados hasta Polonia en tren, se les informó de que deberían hacer a pie una distancia de casi 900 kilómetros (un espacio similar al que separa el sur de Andalucía del norte del País Vasco) para llegar a Smolensko, cerca de Moscú.
«Llegadas todas las expediciones, comenzó la parte más dura del viaje hasta el frente, por la falta de transporte motorizado, los españoles deberían cubrir casi 900 kilómetros a pie (…). Los cálculos estimaban que en unos 40 los días necesarios para llegar hasta allí, donde los divisionarios embarcarían nuevamente en ferrocarril hasta Dno», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.
La dureza del calzado, acompañada por las nubes de polvo que se provocaban por la marcha y la falta de alimento, hacían el camino insoportable. Además, la hilera que los soldados españoles formaban era tan larga que había aproximadamente entre dos y tres días de camino entre el grupo de cabeza y el del final. .
«En esa marcha se nos rompieron los zapatos y llegamos a acabar casi medio desnudos. Además, el problema también fue el frío que sufrimos que, aunque no era tan intenso como el que sufrimos luego, nos afectó mucho más porque nos cogió medio desnudos tras la caminata, sin apenas zapatos, que se habían roto. Fue muy duro», recuerda el divisionario Juan José Sanz.
«Aquella salvaje marcha se cobró 11 vidas humanas (sólo la explosión de una mina mató a 4 soldados e hirió a otros 34), y dejó fuera de juego a 3013 hombres más, mayoritariamente en la condición de aspeados. Mató también a 44 caballos e inutilizó a otros 957, así como 77 vehículos, algunos perdidos para siempre», explica Juliá. A pesar de todo, tras varias semanas se encontraron por fin cerca de su objetivo.
No obstante, el destino todavía guardaba una agria sorpresa para los soldados. Justo antes de llegar a Moscú, fueron informados de que debían volver sobre sus pasos. «La División Azul recibió la orden de girar y desandar unos cien kilómetros hasta Orsha, y dirigirse, en dirección norte, hasta Vitebsk, donde tomaría el tren hasta Novgorod. En pocas palabras: las necesidades de Hitler en el sector norte del frente ruso y los malos informes que la Plana de Enlace alemana en la División Azul envió al mando alemán (españoles mal uniformados y con comportamientos mediterráneos, alejados de los parámetros germánicos), decidieron a aquel a enviar a los españoles al sector norte del frente», finalizada el historiador. Tras llegar definitivamente a su posición, la División Azul entraría finalmente en batalla.
Manuel P. Villatoro / ABC
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