Antes de la
batalla el guerrero vela armas, afina puntería y reza para que Dios le
acompañe. Lo último que espera antes de
la gran batalla es que hayan complicaciones. Una brava lucha antes del gran
combate mina la fuerza y la moral. Ayer el Atlético temía que el Español fuera
un duro combatiente ante de las Termópilas hispalenses. Nada más lejos de la
realidad, el equipo de Aguirre decepcionó en un choque en el que contó con
superioridad numérica durante todo el
segundo acto.
Venció el
Atlético con el poso de equipo grande. No se alteró tras la controvertida
expulsión de Gabi. Los muchachos de Simeone cedieron 30 metros, su pasillo
de seguridad, para salir a la contra lanzados por Diego Costa, el omnipresente delantero brasileño.
El primer acto
fue un episodio tedioso propiciado por dos entrenadores del mismo corte. El
Atlético fue más porque el viento del Calderón
siempre sopla a su favor. El Español fue menos porque quiso. Los pericos
aceptaron su inferioridad achicando espacios y saliendo a la contra, o eso
pretendía.
Tampoco generó
el Atlético el suficiente peligro para despertar del letargo a una congelada
grada local. Pero amigos, ¿qué mejor anticongelante hay en el mundo del fútbol
que Diego Costa? El de Lagarto está
tocado por la varita de los ángeles. Revoluciona, desborda y hace mejor a sus
compañeros. Todo ello en un jugador cada vez más consciente de su poso de
jugador importante. De momento (nunca hay que bajar la guardia con Costa) parece haberse olvidado de sus
bravatas innecesarias para dedicarse a lo que sabe: jugar, y bien, al fútbol.
En la primera
cabalgada destacable del brasileño, Diego
Costa sorteó a Kiko Casilla para
poner el 1-0 en el marcador. Lo impidió el propio guardameta españolista
haciendo una falta susceptible de expulsión.
El colegiado no quiso despedazar el partido tan temprano y dejó
contentos a todos con una amarilla.
No descansó Costa hasta volver a sacar petróleo de
su zancada. En otra galopada marca de la casa, el brasileño desbordó con su
velocidad a Héctor Moreno para
provocar otro penalti más.
Si Diego Costa genera penaltis, Falcao nunca los falla. El colombiano
engañó a Casilla para poner en
ventaja al club colchonero.
El gol no
espoleó al conjunto visitante que ni siquiera se limitó a preguntar qué tal le
iba la tarde a Courtois. Sin embargo
a Gabi le pareció un combate
demasiado desnivelado y cometió dos errores que le costaron la expulsión. El
primer error lo cometió metiéndose de lleno en una tangana chabacana entre
ambos equipos. El segundo, con el tiempo cumplido, trabando a un jugador
blanquiazul cuando agonizaba el primer acto.
Durante la
segunda parte planearon por el Calderón los
fantasmas del partido contra la Real Sociedad del año pasado, en la que Gabi fue expulsado y la Real destrozó
sobre la bocina la victoria al equipo de Simeone.
Pero la Real no es el Español y el Atleti es más maduro un año después.
Ni siquiera
inquietó el equipo perico en un partido que pudo matar varias veces la dupla
ofensiva del Atleti. Perdonaron ambos pero el partido jamás estuvo en el
alambre.
A.Briega
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