Me
da la impresión de que, en Madrid, las cosas de Cataluña se aceptan hoy por hoy
mucho más en la calle que en las esferas gubernamentales.
Decía Josep Pla, en su “Madrid. Advenimiento
de la República”.
Las altas esferas del
fútbol, sin embargo, son una revista francesa y una Federación Internacional,
que como la continental, hablan francés en la intimidad. Las cosas de Cataluña
en Madrid, se aprecian como el tiqui-taca se aprecia en el Txistu entre chuletón
y trago de vino de los de Prisa y adláteres que, para el asunto de la
catalanidad, suelen ser las autoproclamadas esferas gubernamentales…del fútbol.
El fútbol es otra cosa,
el fútbol son valores y, los valores hoy los marca Sor Lucia: “No ser del Barça és un pecat”.
La
mayoría de los pecadores pasan su vida ofendiendo a Dios y confesándose.
A pesar de que Clemente XIV pudiera haberse referido a
la prensa, la cita le viene como anillo al dedo a Leo, el tipo de futbolista al que hay que proteger. Proteger, por
ejemplo de mostrar sus risas al balonear a distancia corta al piperío del
Bernabéu como un Pearl Harbour en pequeñito. O de apartar a niños con vicios de
Jimmy Jump, lanzándole dos gorilas
en Los Cármenes. Valors, Sor Lucia,
valors.
Baste decir que la sola
comparación con Cristiano ya no
resulta creíble para las esferas gubernamentales ni para la calle, pero si para
quienes observamos hace tiempo que el no ser los niños cantores de Pep lleva a ejemplos de buena educación
de la buena. Como proteger al niño.
Así que a uno, Messi le recuerda como a Holden Cauldfield le recordaba Harris Macklin:
“No paraba, y lo peor
era que nunca decía nada que pudiera interesarle a uno. Sólo sabía hacer una
cosa. Silbaba estupendamente”.
Ahora cambien el silbar
por jugar al fútbol. Y desechen lo demás.
Darío Novo
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