Debo reconocer que cuando oí la frase aislada me quedé perplejo. Toni Cantó dijo desde la tribuna del Congreso de los Diputados que "los animales no tienen derecho a la libertad ni a la vida". Imaginaba a Cantó como un matarife cruel (no es una redundancia, ¿o sí?) y pensé "pero, Toni, cómo se te ha ido la cabeza, en qué momento... ¿otra vez con una ocurrencia como las de Twitter?".
Pero no. Fui yo quien se precipitó, como las hordas de críticos que desde la tarde de ayer inundan las redes y se pueden seguir en este enlace.
Quien se tome la molestia de ver y escuchar los menos de tres minutos del vídeo, podrá comprobar lo siguiente:
1. El representante de UPyD deja claro desde el primer momento que su formación está a favor de debatir la Iniciativa Legislativa Popular para declarar los toros Bien de Interés Cultural.
2. Centra el meollo de su intervención en una pregunta: ¿Tienen los animales derechos o no los tienen?
3. Cita a Fernando Savater y argumenta: "En principio, y estrictamente hablando, los animales no tendrían derechos, a la par que tampoco tendrían obligaciones ya que al carecer de libre albedrío y capacidad de decisión, no podríamos considerarlos sujetos éticos capaces de discernir entre el bien y el mal".
4. Continúa diciendo que "la capacidad de sufrimiento y la percepción de dolor establece una continuidad entre animales racionales y animales irracionales (...) que nos obligaría a considerar sus padecimientos y velar por su bienestar".
5. Asegura que entre humanos y animales no puede haber "contrato", ya que no hay igualdad entre las partes, sino que se tiene que hablar de "trato" y añade que "todos deseamos que ese trato sea cada vez mejor".
6. Destaca la hipocresía con que argumentan los antitaurinos al hablar únicamente de los toros y no del resto de los animales que a diario se sacrifican en los mataderos.
7. Tras este razonamiento, concluye que "ni los toros ni el resto de los animales tienen dos de los que son nuestros derechos fundamentales, el derecho a la libertad (...) y el derecho a la vida".
En menos de tres minutos el discurso de Cantó parafraseando a Savater destapó la hipocresía de las críticas. Imaginemos por un momento que el legislador rebate este razonamiento y otorga a los animales el derecho a la vida. ¿A todos? ¿Sólo a los domésticos? ¿También a algunos salvajes? ¿A los estrictamente necesarios para el consumo humano? Y si es así, ¿nos ceñiríamos a las cantidades mínimas de carne y pescado que hay que ingerir para mantener sano nuestro organismo? ¿O haríamos alguna excepción para celebrar la Nochevieja comiendo bogavante?
Es posible y respetable la defensa incluso desde puntos maximalistas de uno u otro extremo, pero asquea la hipocresía de quien defiende la vida de los toros bravos tras hartarse a proteínas y grasa animal con un buen chuletón.
José Luis Vadillo / El Mundo
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