Asombroso, pero no nuevo, esto de la admiración española por una estafadora extranjera. Sí, increíblemente, se trata exactamente de eso en algunas reacciones españolas a la dimisión de la ministra de Educación de Alemania.
Resulta que la tal ministra, Annette Schavan, muy cercana a Angela Merkel, se ha visto obligada a dimitir tras descubrirse que copió hace 30 años su tesis doctoral. La estafa ha sido descubierta ahora por una organización, VroniPlag, que se vale de las posibilidades de los avances informáticos y de internet para buscar los plagios en todo tipo de publicaciones. El plagio es tan obvio que la Universidad de Düsseldorf le ha retirado el título de Doctor a la ya exministra.
Y, sin embargo, algunos medios españoles expresan hoy su admiración por la plagiaria por lo que consideran su respetable dimisión en comparación con el comportamiento de los políticos españoles. El editorial de El Mundo ("Un Gobierno en pleno descrédito y una oposición sin credibilidad"), sobre todo, que denomina "modélico argumento de Shavan" su frase de "Primero el país, luego el partido y después yo misma", que es algo así como usar lo del "modélico argumento" para un ladrón como aquel Luis Roldán en el momento de su marcha por tener la caradura de presentarla como un sacrificio por la patria.
Y es que el plagio de Shavan tiene la misma gravedad que cualquier otro robo, con el agravante de que esta misma ministra tuvo el cinismo de indignarse cuando otro ministro, Karl Theodor zu Guttenberg, se vio obligado a dimitir por la misma causa, por descubrírsele el plagio de su tesis doctoral.
El fondo de esta actitud, de esta comprensión hacia la exministra alemana, es la conocida falta de respeto por la creación de ideas y su robo, algo de lo que ya he escrito en este lugar. Un robo de dinero como el que protagonizó Roldán se castiga duramente, pero un robo de ideas parece a muchos bastante menos importante. Increíble es también lo que argumenta el editorial de hoy de El País ("Ana Mato debe dimitir") cuando se pregunta si este plagio o el de Guttenberg son grandes delitos o enormes corrupciones y se contesta a sí mismo que no, "que son conductas incorrectas". ¿El mayor delito, la máxima estafa de la creación intelectual es una mera conducta incorrecta? El Mundo hasta llega a afirmar que las acusaciones contra Shavan son discutibles y que, además, se remontan a antes de entrar en el Gobierno. ¿Discutible la existencia de páginas y páginas copiadas de otros autores sin referencia a esos autores?
Pero hay algo más, eso a lo que llamo el papanatismo español, en este caso, lo de usar a Alemania como modelo maravilloso frente a los impresentables políticos españoles. Cuando el caso de Shavan muestra precisamente el parecido entre unos políticos y otros y, más bien, entre las debilidades y mezquindades de los ciudadanos de unos países y otros. Porque lo de Shavan fue agravado ayer por la actitud de la propia Angela Merkel, que la obligó a dimitir, sí, pero con una discurso de admiración hacia la plagiaria. Algo así como dimitir a un Roldán y despedirlo con gran admiración por su excelsa obra de hurto. Y los españoles embelesados con tal muestra de ética y valor de los políticos alemanes... Fíjate qué ejemplo, cómo se sacrifica por su país la estafadora y cómo la admira la presidenta del Gobierno...
Edurne Uriarte
ABC
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