La más ambiciosa de las
iniciativas de Google –lo que Marissa Mayer llama su “misión lunar”- es su
esfuerzo por digitalizar todos los libros jamás impresos y hacer su texto “detectable
y examinable online”. El programa se inició en secreto en 2002, cuando Larry
Page configuró un escáner digital en su oficina del Googleplex y, al ritmo de
un metrónomo, pasó media hora escaneando metódicamente un libro de trescientas
páginas. Quería hacerse una idea aproximada de cuanto tiempo tardaría en “escanear
digitalmente todos los libros del mundo”. Al año siguiente, un empleado de
Google fue enviado a Phoenix para comprar un montón de libros viejos en un
rastrillo benéfico. Una vez transportados al Googleplex, los volúmenes se
convirtieron en objetos de una serie de experimentos que condujeron al
desarrollo de una nueva técnica de digitalización “de alta velocidad” y “no
destructiva”. El ingenioso sistema, que implica el uso de cámaras infrarrojas estereoscópicas,
es capaz de corregir automáticamente la inclinación de las páginas que se
produce cuando un libro se abre, lo que elimina cualquier distorsión del texto
en la imagen escaneada. Al mismo tiempo, un equipo de ingenieros de software
de Google puso a punto un sofisticado
programa de reconocimiento de caracteres capaz de lidiar con “tamaños o tipos
de letra extraños o inusuales, así como otras peculiaridades inesperadas, en
430 idiomas diferentes”. Otro grupo de empleados de Google se dispersó para
visitar las principales bibliotecas y editoriales y calibrar el interés que
pudieran tener en que Google digitalizara sus libros.
¿Qué
está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales
Nicholas Carr
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