El debate sobre Google
Book Search es esclarecedor por varias razones. Revela lo mucho que queda por
recorrer para adaptar el espíritu y la letra de la ley de derechos de autor, en
particular sus disposiciones sobre un uso justo, a la era digital (el hecho de
que algunas de las empresas editoriales que son parte en la demanda contra
Google también sean socios de Google Book Search da idea de la turbiedad de la
situación actual). También nos dice mucho acerca de los ideales de altos vuelos
que pregona Google y los métodos arbitrarios que a veces usa para su
consecución. Un observador, el abogado y escritor de temas tecnológicos Richard
Koman, argumentó que Google “se ha convertido en un verdadero creyente en su
propia bondad, creencia que justifica su propio conjunto de normas relativas a
la ética corporativa, la lucha contra la competencia, el servicio al cliente y
su lugar en la sociedad”.
Lo más importante de
todo lo que esta controversia pone de manifiesto es que los libros del mundo se
van a digitalizar, y que es probable que el proceso se produzca rápidamente. La
polémica respecto a Google Book Search no tiene nada que ver con la sabiduría
de digitalizar libros impresos en una base de datos; tiene que ver con el control
y la comercialización de dicha base de datos. Tanto si Google acaba siendo el
único propietario de lo que Darnton llama “la biblioteca más grande del mundo”
como si no, dicha biblioteca va a crearse; y sus volúmenes digitales,
alimentándose a través de la Red de todas las bibliotecas en la Tierra,
suplantarán con el tiempo muchos de los libros físicos almacenados en estantes.
Los beneficios prácticos de convertir los libros impresos en algo “detectable y
examinable online” son tan grandes que es difícil imaginar que alguien se
oponga a la iniciativa. La digitalización de libros antiguos, así como de
pergaminos antiguos y otros documentos, ya está abriendo nuevos e interesantes
caminos a la investigación de nuestro pasado. Algunos prevén “un segundo
Renacimiento” de descubrimientos históricos. Como dice Darnton: “Hágase la
digitalización.
¿Qué
está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales
Nicholas Carr
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