lunes, 19 de marzo de 2012

0 Las víctimas americanas de “La bestia” (VI)

Prácticamente toda la frontera norte es ahora territorio del cartel de los Zetas. Una multinacional delictiva que no para de abrir nuevas áreas de negocio y que ha visto en la extorsión a estos emigrantes un beneficio de 50 millones de euros al año. En Ciudad Juárez, la ciudad más violenta de México, los narcos han hecho desaparecer el negocio tradicional de los polleros. El pollero, el traficante de personas que guía a los pollos, los emigrantes. Antes pasaban por ser contrabandistas más o menos respetados, que se dejaban ver por el centro de la ciudad, que todo el mundo conocía. Cuando los narcos percibieron la magnitud de su negocio, se lo quitaron a sangre y fuego. Los que no quisieron pasar a trabajar para ellos fueron eliminados o se exiliaron a El Paso. Ahora todo el tráfico de personas está controlado por los carteles. “Hablamos de millones de dólares. Hay distintos precios, dependiendo de si quieres que te dejen justo al otro lado de la frontera o te metan dentro de Tejas. La tarifa más barata son 1.000 dólares y pasan un mínimo de 40 personas al día. Eso son 40.000 dólares diarios [30.000 euros]”, me cuenta Héctor Tovar, fotógrafo del diario El Mexicano. Héctor es uno de esos periodistas corajudos que se juegan la vida todos los días, y esto, dicho en ciudad Juárez, no es una frase hecha. Aquí ya no hay exclusivas. Desde hace tiempo, desde que comenzó la guerra del narco, los reporteros se mueven en grupo. El primero que se entera de algo avisa al resto, porque los sicarios se suelen quedar por los alrededores, comprobando que su víctima está muerta, y no les gusta que la prensa llegue antes de tiempo. Cuando todavía no hemos acabado la entrevista, nos avisan de que se ha producido un asesinato muy cerca de nosotros. Conducimos hasta allí. La policía ha acordonado la zona. Hay un coche solo, parado en medio de la avenida de Miguel de la Madrid. Es un 4x4. En el cristal delantero hay ocho impactos de bala. En el suelo, decenas de casquillos, ya marcados con un pequeño cartón que los enumera. El conductor está dentro. Muerto. Era el dueño de un concesionario de coches. Uno más en la lista. “Esta guerra empezó hace cuatro años y desde entonces hemos tenido una media de 10 ejecuciones diarias. Algunos días, 14 muertos. Otros, 22. Se tienen contabilizadas 8.000 víctimas desde entonces. Pero esos son los encontrados, porque luego están los desaparecidos”, remarca Héctor. Desaparecidos como los centenares hallados recientemente en fosas comunes de Durango y Tamaulipas.

Jon Sistiaga

El País Semanal, 04.03.2012

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