¿Alguna
experiencia en concreto que le haya marcado?
Sí,
están en varios de mis libros. Fundamente en Los
caminos del corazón,
una novela que recoge mis largos viajes asiáticos de hippie en los
60, y en el primer volumen de mis memorias generales, Esos
días azules: memorias de un niño raro.
Y en un primer volumen de mis memorias espirituales —iban a ser
dos— que se llama La
del alba sería: mis encuentros con lo invisible.
En ese libro me explayo sobre las experiencias más importantes que
he llevado a cabo con ese tipo de sustancias y que sigo llevando.
Solo la ingesta razonable —“nada en exceso” nos advertía el
santuario de Delfos—, todo puede hacerse con cabeza y nada de una
forma excesiva. Porque es cierto que yo he visto muchos de los
mejores cerebros de mi generación destruidos por el alcohol y por
otras drogas, nunca por las de este tipo, que ni generan adicción ni
ningún efecto sobre el organismo y que únicamente liberan
sustancias ya existentes en el cuerpo. Nunca han llevado a nada malo
a nadie excepto a aquellas personas que ya tenían previamente
tendencias neuróticas o psicopáticas, que sí las podían
desarrollar. Como te estaba diciendo, ese tipo de experiencias
psicodélicas —Escohotado
prefiere lo de psiquedélico, de ambas maneras puede decirse— no
solo han sido las experiencias de conocimiento, de gnosis, más
profundas que yo he llevado en mi vida, al lado de la meditación,
sino también las más arrebatadoras y embriagadoras experiencias de
felicidad que he tenido nunca. De felicidad cordial, de amistad, de
sexo, de emoción ante el anima mundi… los momentos más felices de
mi vida han sido los vividos bajo los efectos de esas drogas.
¿Se
definiría como un místico sin religión?
Sí,
sin duda. Un místico sin iglesia. Se proponen diferentes etimologías
para la palabra “religión”. Una dice que proviene de “releer”,
que está bien, es efectivamente reinterpretar las experiencias de tu
vida. Otra interpretación dice que proviene de “religar”, volver
a unir lo que inicialmente estaba separado, lo que la espada del
demonio separó en la unidad del cosmos. Desde ese punto de vista la
palabra religión me gusta, lo que pasa es que ese término en el
mundo occidental ha quedado vinculada al concepto de iglesia. Iglesia
en el estricto sentido de la palabra solo la hay en el cristianismo.
Las tres grandes religiones monoteístas —judaísmo, cristianismo e
islam— son idénticas entre sí, y nacidas de una revelación que
es un camelo, una revelación no es más que un estado psicopático.
Son experiencias esquizofrénicas como la de Pablo y
su famosa caída del caballo a las puertas de Damasco. Sin embargo
las religiones orientales son politeístas, allí los dioses son de
función, no de raza, su santoral está formado por el dios de los
herreros, el dios de los escritores, etc. Nadie ha ido nunca a la
guerra en nombre de Shiva o de Buda. En cambio todas las grandes
guerras de la humanidad han sido en nombre de Alá, Yahveh o Cristo.
En dichas religiones monoteístas surge el concepto de iglesia y la
definición de un dogma. Y en el momento en que defines un dogma
viene la exclusión: los buenos y los malos, los fieles y los
pecadores…
Aún
así la sinagoga no es una iglesia, una sinagoga es una especie de
púlpito donde cada rabino inventa su propia doctrina. La mezquita
tampoco es una iglesia en sentido estricto. Así que como decía la
iglesia solo existe en el cristianismo y por tanto claro que soy un
místico sin iglesia, como todos los místicos de la historia
universal en todos los ámbitos culturales y geográficos. El místico
es un científico. El místico no cree en nada, no tiene fe. El
místico es un científico que tiene un laboratorio: su cerebro. En
él induce fenómenos mediante una serie de experimentos, que pueden
ser las situaciones límite como el peligro, el arte, el éxtasis, la
ingesta de determinadas drogas, la soledad, el ayuno… el místico
provoca todo este tipo de experiencias y estudia las modificaciones
que generan en su conciencia con la misma meticulosidad con la que un
químico observa el movimiento de las bacterias, microbios o lo que
se a través de un microscopio. Entonces llega a conclusiones
universales. Lo que dice el místico chino, hindú, sufí o cristiano
es exactamente lo mismo, usando obviamente un lenguaje y unas
metáforas diferentes. Pero el meollo de sus conclusiones es la
misma, de la misma manera que una química china y otra americana.
Ahora
que menciona la ciencia, en los últimos años han proliferado
estudios científicos y filósofos como Daniel Dennet que hablan de
la religión y de los sentimientos que la inspiran como un fruto
accidental del funcionamiento del cerebro. Es decir, algo puramente
fisiológico, quizá fruto de la selección natural. ¿Perderían
entonces todo su valor?
En
el mundo hay ahora una cuarta religión monoteísta además de las
tres que te acabo de citar, que es la ciencia. El científico
desempeña ahora el mismo papel que el hierofante en los templos
egipcios en la época de los faraones. Su función era recibir a la
muchedumbre de peregrinos que llegaban al propileo del templo y
se dirigía a ellos con toda una parafernalia, con instrumentos
musicales y voz engolada diciendo “acabo de estar en el pronao y Ra
o Amón me ha comunicado… etc”, lo que él creía que eran los
secretos del universo, cómo funcionaba el mundo. Esto es lo que hace
ahora el científico: se encierra en una torre de marfil y de vez en
cuando desgrana verdades como puños en un lenguaje críptico,
inasequible al profano y revestido de autoridad, que cada 20, 30 o 40
años se descubre que era falso porque cambia el paradigma
científico. De la misma manera en que se ha ido pasando
de Aristóteles a Newton y
de Newton a la física cuántica… etc. Entonces en estos momentos
sales a la calle y cualquier problema del que hables, por ejemplo el
Sida, la respuesta inmediata del hombre de la calle es “algo
encontrará la ciencia”. Es una cuestión de fe. Al desaparecer los
dioses, los sacerdotes, las religiones… ese miedo que anida en el
corazón del hombre, por el que surge la idea de un dios salvador
exterior a nosotros que nos conducirá al cielo tras la muerte, hace
que el científico pase a adoptar ese papel a los ojos del hombre de
hoy. Antes te hablaba de la diferencia entre las religiones
monoteístas y las orientales, en las segundas no hay revelación
sino iluminación. Tras once años sentado debajo del árbol de Bo,
llega un momento en que llega al éxtasis, al nirvana, se le rompe el
cerebro, resuelve el kōan de la existencia. Es una iluminación
desde dentro, eso es lo que hace el místico, es un fenómeno real,
científico, no es un fenómeno de fe. Todo lo demás son pamplinas.
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