Y
no es esta la primera vez que se relaciona al ahora vicealcalde con
este promotor nocturno. En noviembre de 2005, Miguel
Ángel Villanueva y el citado Pedro Calvo salieron en defensa de
Flores cuando
este quiso reabrir la tristemente famosa discoteca Alcalá 20 –donde
perecieron 82 personas el 17 de diciembre de 1983– y el entonces
concejal de Centro, Luis Asúa, se negó a concederle la licencia de
funcionamiento por no cumplir las preceptivas medidas de seguridad.
En la trifulca tuvo que intervenir el entonces alcalde Alberto
Ruiz-Gallardón quien en un primer momento se puso del lado de Asúa
y bloqueó la reapertura. Flores no conseguiría abrir Alcalá 20,
con el nombre de Adraba, hasta 2010, –de ahí vienen la demanda
interpuesta contra el Ayuntamiento al que culpa del retraso y de las
consiguientes pérdidas–, pero en la siguiente legislatura
(2007) Luis
Asúa sería
trasladado de Centro a Retiro y ya en las elecciones municipales de
2011 se cayó de las listas de Ruiz-Gallardón sin explicación
alguna.
En
apenas un mes la tragedia del Madrid Arena ha dejado también en el
filo de la sospecha la actuación de la
Policía Municipal durante
la noche de autos. No la de sus agentes, que simplemente cumplieron
las órdenes que les fueron dadas, pero sí la de sus responsables
políticos y policiales. La dejadez y laxitud de la que hicieron gala
en la madrugada del 1 de noviembre –no los agentes que allí
estaban, insisto, sino aquellos que teniendo la capacidad, obligación
y responsabilidad de haber ejercido un control mucho más férreo
sobre lo que allí podía suceder hicieron una evidente dejación de
sus funciones y prefirieron mirar para otro lado– lleva a
preguntarse el porqué de esta actitud tan benévola con quien había
vendido al menos el doble de las entradas que decía. ¿Acaso no
resultaba evidente y hasta bien visible que allí había al menos el
doble, sí, el doble del número de personas de las que deberían
haber podido entrar en el Madrid Arena sin que se viera afectada su
seguridad?
Pasará
también a la historia más negra del Ayuntamiento de la capital la
sonrojante comisión
de investigación que
arrancó el pasado martes y que desde su nacimiento ha buscado justo
lo contrario de lo que su nombre indica. Ha sido el remate
bochornoso: una comisión cuya única misión ha sido la de blanquear
sin pudor alguno la actuación de los personajes clave del
Consistorio de Ana Botella, y de la que desapareció, incluso antes
de empezar, Izquierda Unida que vio como, en aras a la transparencia,
le eran rechazadas
las 15 últimas comparecencias "irrenunciables" que había
solicitado. Pero no sólo IU se ha negado a formar parte en este
simulacro: algunos altos cargos del PP han rehusado amablemente la
oferta de participar tras recomendárseles "una
cierta sensibilidad" hacia el Ayuntamiento a la hora de
testificar. "A ver si matamos (sic) la comisión en tres días y
nos empezamos a olvidar todos del Madrid Arena", fue lo que
confesó tras la primera jornada un miembro del equipo de Gobierno de
Ana Botella, ante el estupor de algunos presentes.
El
Ayuntamiento no ha tenido mejor idea para defenderse de lo que le
caía encima por su mala cabeza, su peor gestión y su
nula/inexistente política de comunicación que poner
en marcha el viejo y manido ventilador, repartir responsabilidades a
diestro y siniestro y sacarse de la manga antiguas peleas y mediocres
excusas. Ignorando que el camino más corto y más fácil siempre es
la verdad y la asunción de responsabilidades si ha lugar, y que la
autocrítica no sólo hace bien sino que resulta justa y
necesaria, han
preferido sacar del trastero para la ocasión las trasnochadas
rencillas Aguirre-Gallardón.
Han
explicado a quien quisiera escucharles, de redacción en redacción y
de plató en plató, que todos los ataques recibidos desde algunos
medios -especialmente desde este- no son sino una cortina de humo
para llevar a la ex presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, al
Ayuntamiento de Madrid en detrimento de Ana Botella. Incluso han
querido ver en las críticas a la gestión del vicealcalde Villanueva
no se sabe bien qué prejuicios que la vergüenza y el decoro impiden
poner negro sobre blanco no por vergonzosos sino por estúpidos.
Análisis tan someros vienen a confirmar, una vez más, que la
estulticia es infinita y la inteligencia escasa.
En
apenas un mes... Ana Botella se ha diluido como azucarillo en un vaso
de agua a las primeras de cambio. Villanueva y Calvo han quedado en
evidencia por su relación con un empresario ambicioso y sin
escrúpulos que posiblemente no era la primera vez que vendía el
doble de entradas de las permitidas en eventos que se celebraban en
instalaciones municipales. Miguel Ángel Flores ha confirmado ser ese
empresario ambicioso y sin escrúpulos que todos, excepto el
Ayuntamiento de Madrid, pensaban. La Policía Municipal, sus jefes
políticos y policiales, no han estado a la altura de lo que la
ciudadanía espera de sus fuerzas de seguridad. Y mientras unos y
otros juegan al terrible divertimento de quitarse estos muertos de
encima, cinco
familias desgarradas y destrozadas por el dolor no dejan de sufrir ni
un instante desde el pasado 1 de noviembre.
Fernando Baeta
ElMundo.es
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