Marquemos el principio que es que el partido que se disputa esta tarde será el que desequilibre la balanza de una victoria italiana, un empate y un desengaño español. Porque sí, vamos a dejarlo claro: nunca en una Eurocopa ganamos a Italia. Hicimos más que eso. Los penaltis nos enseñaron que hay otra forma de ganar, que también es válida, en la que los italianos siempre fueron superiores. De ahí que, a pesar de que nunca practicaron lo que hoy validamos como fútbol, se marcaron más estrellas en la camisola que los nuestros y desde hace unos años además. Es interesante recordar a modo de leitmotiv que el partido contra Italia en la Euro 2008 fue el punto de inflexión del mismo modo que es interesante, como marcan Guerra y De Matías en su libro, recordar una realidad que no por lejana es menos realidad: no siempre fuimos campeones.
Al margen del debate de si han de rescatarnos o no, las portadas quedarán fijadas en el peto que le falta a Del Bosque. Toda vez que es imposible que suene Míchel, suena Torres para jugársela de inicio ante italianos. No podrán tirar piedras sobre el niño, de la misma manera que no podremos tirar alabanzas. Estamos ante el hecho, tan español, de no marcarse como ganado no vaya a ser que nos fusilen. Dicho lo cual, los billetes para subirse al carro dejan de venderse hoy y es que tanto en Viena como en Suráfrica el overbooking fue tan abrumador como insultante. España se presenta en Ucrania como se presenta España: envuelta en una aureola de juego contra el peor de los rivales posibles para un estreno. Existen tantas posibilidades de fracasar al perder la virginidad con una actriz porno como el hecho de que el affaire muestre a los nuestros la cara dura de llegar a la final choteándonos de la que nos ligamos.
Secretismo contra un once claro
Así las cosas, Prandelli, el hombre que ha revolucionado el fútbol azzurro involucionará en Trappatoni para situar una defensa de 5 con la que obstaculizar la circulación y la entrada de España más allá de la medular. La batuta del centro del campo –la madre de las batallas- la llevará el veterano Pirlo acompañado, muy presumiblemente por Motta, lo que asegura fútbol y garra. Si finalmente Italia quiere cerrarse y lo hará, España habrá de potenciar los costados y muy buena baza ha de ser Silva, toda vez que por el centro la pelota será entregada a los enanos de oro que todo el mundo se pide en el cole y las embestidas del neonato fútbol del país de la bota serán cortadas por la dupla Busquets-Xabi con “b”. Como Italia es Italia ya podemos decir del partido que será difícil para la defensa española y ahí, para Piqué y Ramos se les prepara un máster fin de carrera consistente en detener las entradas de Cassano y Balotelli. Hemos de pedir, a quien sea, que si la cabeza le juega malas pasadas al del City nos valdrá con que saliera anoche.
Con Torres o sin Torres, con Juanfran o Arbeloa, sobre el papel y, a modo individual, nada hay que temer del combinado italiano salvo eso precisamente: que sea Italia. El estreno nunca pudo ser mejor, un archienemigo con el cual no nos jugamos un partido sino una forma de juego, un estilo. Porque está bien recordar de vez en cuando para volver a la tierra, que no siempre fuimos campeones. Aunque esta vez lo somos. Somos los últimos que bordamos la estrella.
Darío Novo
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