El debate Felipe González-José María Aznar
Era 1993. Aznar necesitaba un debate para convencer a toda España de que era una alternativa real, preparada y en absoluto peligrosa para rescatar al país de la enésima crisis económica… y Felipe necesitaba un debate para convencer a los votantes de que su proyecto seguía vivo, que tenía más carisma que el chiquito facha del bigote y que con un par de chascarrillos todo acabaría saliendo adelante.
Como las televisiones públicas ya estaban entonces bajo la permanente acusación de partidismo, el debate se dividió en dos: una primera parte en Antena 3, feudo más conservador, y una segunda parte en Telecinco, que empezaba a dar un giro a la izquierda dentro de las posibilidades de una cadena presidida por Silvio Berlusconi, tampoco nos volvamos locos.
El partido de ida lo ganó Aznar. Aquello sí que fue una sorpresa porque todos pensábamos que Felipe se lo iba a comer, el propio Felipe el primero. Tan convencido estaba que lo fió todo a su atractivo natural y se quedó sin respuesta media docena de veces ante los datos del preparado opositor. Todo se dejó para la vuelta. Creo que pocas veces se ha hablado tanto de política en este país, más que nada porque entonces, a pesar de los Juan Guerra, los Naseiros, los Filesas y los Amedos, aún creíamos en los políticos como líderes de una sociedad, herederos o creadores de la famosa transición.
Las audiencias se contaron en decenas de millones de espectadores. Telecinco fue el escenario de la recuperación socialista. Felipe decidió fajarse e ir al cuerpo a cuerpo, dejar de ningunear al adversario. Ya se sabe que los presidentes siempre ningunean a sus rivales: lo hizo González con Aznar, lo haría Aznar conZapatero y si Zapatero no lo hizo con Rajoy es porque ya estaba suficientemente cansado de que todo el mundo le ninguneara a él mismo. El resultado fue unas elecciones ganadas por el PSOE in extremis con Garzónde número dos, la promesa de “el cambio sobre el cambio” y un temor a las cámaras que hizo que tuvieran que pasar 15 años antes de que una escena así se repitiera.
Guillermo Ortiz/Jot Down
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