Con nueve, sin nueve, con Torres,
con Cesc. El empate contra Italia levantó mucha polémica. Ayer hacían faltan
varias cosas: los tres puntos, recuperar el gol, recuperar jugadores, recuperar
sensaciones… y todo salió a pedir de boca. Todo, empezando por la lluvia, que
hizo que el césped pareciera tal cosa, y no el sembrado de patatas sobre el que
nos enfrentamos a Italia. Salió bien hasta el calendario, puesto que
enfrentarnos a Irlanda antes que a Croacia ha ayudado mucho a recuperar todas
estas sensaciones, y quién sabe si a evitarnos algún dolor de cabeza.
Finalmente, Del Bosque se inclinó
por la norma y no por el recurso. Porque jugar con un falso nueve es un gran
recurso para momentos concretos si tienes jugadores como los nuestros, pero no
por ello deja de ser una posible solución. La norma, la lógica, es que hay que
ocupar todos los espacios del campo. Aquí ya es opinable qué características
debe tener el delantero que ocupe ese puesto, pero es más fácil hacer goles con
una referencia arriba, de eso no hay duda. Y fue Fernando Torres el elegido
para ocupar ese puesto. El resto del equipo, el mismo que el del pasado
domingo. Y el mismo Torres, a los 4 minutos del encuentro, robó un balón en el
área, ganó por velocidad a un defensa hasta escorarse, y desde allí pegó un
derechazo fuerte que entró por arriba. Velocidad y potencia en estado puro, un
gol auténtico de la factoría del fuenlabreño, que sigue siendo el mismo que
debutó como profesional con 17 años. La misma velocidad, la misma potencia, la
misma entrega, la misma paciencia para sobrellevar las filias y fobias que
levanta, la misma cara de niño, las mismas pecas, y las mismas carencias
técnicas. Es por ello que, en torno a él, hay tanta discusión. Como dijo un
entrenador suyo de las categorías inferiores, “es un delantero típico alemán, aquí
extraña su juego”. Con el 1-0, y apenas 5 minutos de partido, todo se ponía de
cara. España dominaba el juego mientras que Irlanda metía 10 jugadores por
detrás del balón.
He aquí la dificultad. Contra
equipos tan cerrados con las líneas tan juntas, en ocasiones somos esclavos de
nuestro juego mal entendido. A saber. Con casi todos jugadores por detrás del
balón, y apenas un par de metros entre líneas, es casi misión imposible querer
entrar en toques cortos hasta la cocina. El juego de España no debe ser
entendido como un fútbol de toque sin más, sino como un fútbol de toque para
llegar a la portería rival. Es importante leer los partidos, y buscar siempre
verticalidad y profundidad en nuestros movimientos. Y ahí, ahí, donde se cuece
el fútbol de verdad, la realidad no nos lleva al famoso debate sobre si hay que
jugar con nueve o sin él, ahí la realidad nos dice que un porcentaje muy alto
del fútbol de España de debe a Iniesta y Silva. Estos dos jugadores mejoran a
cada día que pasa. Cualquiera que los haya visto jugar hace no muchos años, se
da cuenta de que se reinventan y mejoran registros a cada momento. Ahora mismo,
a la técnica y al toque que ya le conocíamos dese hace mucho, podemos decir
tranquilamente que Iniesta es ambidiestro, que tiene una tremenda arrancada y
velocidad de conducción, que salga como salga del último quiebro su disparo es
siempre limpio. ¿Y Silva? Resulta que ahora Silva tiene gol, que muerde arriba,
que entra a rematar de cabeza. Lo dicho, un peldaño por encima del resto de los
mortales. Y no sólo por sus cualidades, sino por cómo leen el partido. Ellos se
dieron cuenta en la primera parte de que también existe el disparo de media y
larga distancia, de que con unos centrales tan lentos y una defensa tan lineal había
que buscar a Torres por velocidad en balones profundos, que había que esperar a
los laterales para abrir el campo, y que hay que intentar el disparo a puerta
siempre que se pueda. Y todo eso, todo, es importante que lo integremos al
toque en corto, de lo contrario corremos el riesgo de formar un embudo en la
frontal del área rival que no conduzca a nada.
Un factor importante en el día de
ayer, fue la mayor participación de los laterales. Tanto Jordi Alba como
Arbeloa se ofrecieron una y otra vez. La profundidad fue mucho mayor por la
izquierda, ya que por la derecha ni el propio Arbeloa ni sus compañeros tienen
confianza en que pueda llegar a línea de fondo con éxito. Por el contrario,
Alba sí lo hizo, y bien, pero aún debiera atreverse más. Es un peligro
constante, y con él Iniesta puede tirar paredes e inventar todo lo que quiera.
Desde el gol de Torres hasta el descanso, España creó peligro, y cuando lo hizo
fue siempre entrando por banda izquierda, o aprovechando algún robo de balón y
saliendo con velocidad, como en el gol. Es decir, de marear la pelota no se
vive, hay que abrir el campo, estar vivos y ser incisivos, y ahí Jordi Alba es
un elemento clave. En esta primera parte, Irlanda apenas llegó, y cuando lo
hizo Casillas resolvió con acierto.
En el segundo tiempo, mismo
panorama. España, dueño y señor del balón, creando peligro, pero más vertical y
profunda en su juego. En los primeros 20 minutos de la segunda parte fueron
hasta cuatro las ocasiones claras para los nuestros. Ése es nuestro juego,
nuestra seña de identidad. Finalmente fue uno el que cayó en ese tiempo, en el
49 concretamente. Silva aprovechó un rechace a la altura del punto de penalty.
Desde allí sentó a cuantos se pusieron por delante, y definió abajo, raso,
junto al palo. Golazo del canario, 2-0. Eran los mejores minutos de la
rojigualda. Irlanda intentaba pasar el medio del campo con lo poco que tiene,
lo cual nos fue beneficioso, ya que cuando robábamos era mortal para ellos. En
una de éstas, llegó el tercero. Robo y pase en largo de Silva, que dejó a
Torres mano a mano contra Given. 3-0, minuto 70.
A estas alturas del partido, entraron Cazorla y Javi Martínez. Para
gustos están los colores, pero el navarro es un mediocentro defensivo más
dinámico y está más fresco que el resto. En cuanto a Cazorla, pertenece a la
escuela de Iniesta y Silva del fútbol vertical, y puede aportarnos muchas
soluciones. No sería de extrañar verle arriba en alguna ocasión, y que Iniesta
retrasara su posición. También entró Cesc por Torres. Pasamos a jugar sin
nueve, un buen recurso con el partido avanzado y el rival cansado. Y vaya si lo
aprovechamos. El propio Cesc hizo el cuarto repitiendo el mismo gol que hace
años metió con la sub-17 ante Argentina, tras recibir en corto al primer palo
un córner y resolver de disparo fuerte cruzado. Gran gol de Fábregas en el
minuto 82. 4-0 definitivo y rotundo para España. Sensaciones recuperadas, y un
próximo partido contra Croacia y su buen trato de balón. En dicho encuentro, valdría
el empate para pasar. Pero como vengo escribiendo, el tremendo potencial
futbolístico que tenemos y el infinito valor de la bandera que nos representa,
exigen mucho de nuestro juego y de nuestras posibilidades. Me niego a sacar la
calculadora.
Luis F.V.
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