lunes, 21 de marzo de 2011

0 Los actores y la guerra

-Ni el velo caedizo de Ana Pastor ni los vaqueros bombachos de Rubalcaba: la noticia encarna ahora en la túnica encarnada de Gadafi, esa mezcla de Torrente y la Duquesa de Alba con la mala baba de un pitbull radiactivo, que ha afirmado que entrará en Bengasi como Franco en Madrid. Ha sido mentar al verdugo del capitán Lozano y su nieto se ha apresurado a ceder las bases militares de Rota y Morón para que los aviones aliados, con los gabachos a la cabeza, desencadenen sobre Libia un asunto muy poco relacionado con las ansias infinitas de paz, la miga del alma de Zapatero, según propia confesión. ¿Y qué opinarán los Bardem de todo esto, nos preguntamos todos? ¿A qué espera Willy Toledo para tumbarse sobre la pista de despegue de Rota como el chino de Tiananmen?

Jorge Bustos

-Los doscientos pacifistas contados que hay en España acaban de desfilar en devota procesión por Barcelona tras la manida sábana de rigor. Ésa que, según célebre sentencia de Revel, reza invariable: "No a la enfermedad, no a la medicina". O, lo que para el caso que nos ocupa viene a ser exactamente lo mismo, "No a Gadafi, no a la intervención". Los doscientos, digo. Pues ocurre que ni antes ni ahora ni nunca, ha habido uno más. De ahí lo asombroso de que la derecha, siempre tan cándida la pobre, se llame a algún asombro. Todos esos compungidos aspavientos invocando a los cómicos silentes del "no a la guerra"; los enternecedores reclamos de coherencia adánica al PSOE; la apelación recurrente a la retirada de Irak; diríase que los únicos que se toman en serio la retórica huera del presidente del Gobierno son sus adversarios.

José García Domínguez

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