España no aprende de sí misma. La
incapacidad cíclica del autobombo cubre de gloria efímera el medallero aun
vacío de oro en Londres. La globalización –ese concepto acuñado en la época de Zapatero, el que fue Ministro de
Deporte del gol de Iniesta- pilla al país descompasado y en palabras de Briega mandan a 300 fulanos a vivir la
“experiencia olímpica”, un Erasmus para musculados que cambia el LSD por la Epo
pero manteniendo las hamburguesas del payaso, con lo que, a día de hoy,
potencias mundiales como Cuba nos superan en el medallero.
En España no somos nada
internacionales.
-¡Internacionalismo! ¡Humanidad! ¿Qué valor pueden tener esas frases en
labios de un hombre que, luego de pronunciarlas, haría el mayor sacrificio por
tomarse una taza de caldo de grelos?
Andamos pues inmersos en una
crisis de humanismo e internacionalidad que nos impide, y dicta de nuestros
valores un sumiso Gran Hermano moral donde el eructo es el oro, la plata el
insulto y el bronce la falta de valores. Como el Espíritu Olímpico.
-“Y a los que me criticáis, sólo
daros las gracias. Gracias por hacer que mi motivación aumente”.
Ha dicho Iker Muniaín, previas faltas de ortografía Logse, un energúmeno
espídico que ha decidido que la mejor opción para la protesta es empujar al
árbitro. Forma tándem con el portero que roba Donuts y que un día se fue a
Manchester para ello, en ausencia de títulos. Actitud compaginada por una PS3 y
un desorden estético para con el pelo: apuesta perdida con el peluquero,
suponemos, al mancharse la camisa por no usar babero. El tercero en cuestión es
el ídolo de la Euro, Jordi Alba, que
en vistas de los Juegos Olímpicos de los cero goles, ha puesto la pica en
Flandes de ser el Chigrinsky de Vilanova.
Aunque si siempre nos hemos
caracterizado en algo es en esa superación negativa, casi propagandística, de
conseguir un grado más de estupidez que el vecino. Para este caso, el jugador
de hockey Álex Fábregas (por mucho
que Manolete en el segundo periódico
favorito de Mariano se empeñe en que es Cesc)
quien “juega con España porque no tiene otra opción”. Lástima que España, como
bien indica García Domínguez si
tenga otras opciones. Enviarle a casa, por ejemplo. La estupidez regionalista y
cantonal (“como no haya concierto económico pediremos la independencia”)
llevada al deporte en manos de unos analfabetos funcionales la hace más
peligrosa que nunca, por aquello de darle pistolas a los monos. “Cuanto más
peligro tiene un necio que un malvado. El malvado descansa, el necio nunca”. Y
menos si es joven.
Xente nova, leña verde, todo é fume.
Darío
Novo
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