lunes, 6 de agosto de 2012

0 Humo olímpico


España no aprende de sí misma. La incapacidad cíclica del autobombo cubre de gloria efímera el medallero aun vacío de oro en Londres. La globalización –ese concepto acuñado en la época de Zapatero, el que fue Ministro de Deporte del gol de Iniesta- pilla al país descompasado y en palabras de Briega mandan a 300 fulanos a vivir la “experiencia olímpica”, un Erasmus para musculados que cambia el LSD por la Epo pero manteniendo las hamburguesas del payaso, con lo que, a día de hoy, potencias mundiales como Cuba nos superan en el medallero.

En España no somos nada internacionales.

-¡Internacionalismo! ¡Humanidad! ¿Qué valor pueden tener esas frases en labios de un hombre que, luego de pronunciarlas, haría el mayor sacrificio por tomarse una taza de caldo de grelos?

Andamos pues inmersos en una crisis de humanismo e internacionalidad que nos impide, y dicta de nuestros valores un sumiso Gran Hermano moral donde el eructo es el oro, la plata el insulto y el bronce la falta de valores. Como el Espíritu Olímpico.

-“Y a los que me criticáis, sólo daros las gracias. Gracias por hacer que mi motivación aumente”.

Ha dicho Iker Muniaín, previas faltas de ortografía Logse, un energúmeno espídico que ha decidido que la mejor opción para la protesta es empujar al árbitro. Forma tándem con el portero que roba Donuts y que un día se fue a Manchester para ello, en ausencia de títulos. Actitud compaginada por una PS3 y un desorden estético para con el pelo: apuesta perdida con el peluquero, suponemos, al mancharse la camisa por no usar babero. El tercero en cuestión es el ídolo de la Euro, Jordi Alba, que en vistas de los Juegos Olímpicos de los cero goles, ha puesto la pica en Flandes de ser el Chigrinsky de Vilanova.

Aunque si siempre nos hemos caracterizado en algo es en esa superación negativa, casi propagandística, de conseguir un grado más de estupidez que el vecino. Para este caso, el jugador de hockey Álex Fábregas (por mucho que Manolete en el segundo periódico favorito de Mariano se empeñe en que es Cesc) quien “juega con España porque no tiene otra opción”. Lástima que España, como bien indica García Domínguez si tenga otras opciones. Enviarle a casa, por ejemplo. La estupidez regionalista y cantonal (“como no haya concierto económico pediremos la independencia”) llevada al deporte en manos de unos analfabetos funcionales la hace más peligrosa que nunca, por aquello de darle pistolas a los monos. “Cuanto más peligro tiene un necio que un malvado. El malvado descansa, el necio nunca”. Y menos si es joven.

Xente nova, leña verde, todo é fume.


Darío Novo

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