lunes, 14 de marzo de 2011

0 La Tercera Cultura en España (II)

La iniciativa de mis amigos y del propio Brockman tiene un antecedente visionario y fundamental. El año próximo se cumplirán los cincuenta años de la conferencia que C.P. Snow dictó (el 7 de mayo) en la Universidad de Cambridge: de acuerdo con la cronología de la Wikipedia la conferencia era una ampliación del artículo publicado en New Statesman, el 6 de octubre de 1956, también titulado Las dos culturas. Nuestro viejo país destruido tiene el honor de haber sido el introductor en España de la idea de Snow. En efecto: la traducción catalana de las tesis ¡snowistas! es de 1965 (Les dues cultures i la revolució científica. Edicions 62). Si no ando errado no habrá traducción al castellano, en Alianza, hasta 1977. Da un poco de vértigo examinar, ahora y aquí, las ideas de Snow. Me he fijado especialmente en la noticia de un artículo que publicó en 1963 en el Times Literary, analizando el eco que había tenido su sugerencia de fusionar letras y ciencias en un nuevo paradigma de conocimiento. Se preguntaba en síntesis Snow, que era novelista: «¿Qué ha hecho la literatura con la revolución científico-técnico en marcha? Nada» –se contestaba. Hoy, aquí podemos repetir pregunta y respuesta. Nada. Todas las metáforas dominantes siguen procediendo del agro. La propuesta de Snow tenía, sobre todo, un carácter moral: «Con suerte podemos educar a una gran proporción de nuestras mejores cabezas de forma que no sean ignorantes en la experiencia imaginativa, tanto en las artes como en las ciencias, ni sean ignorantes tampoco en los beneficios de la ciencia aplicada, del sufrimiento remediable de la mayoría de sus semejantes y de las responsabilidades que, una vez vistas, no pueden negarse». El sufrimiento remediable. Ahí estaba y está la clave.

Snow aprovechaba también su artículo de 1963 para responder al crítico F. R. Leavis, que había cargado groseramente contra la idea argumentando que Snow era un pobre novelista y, en consecuencia, un mero caballo de Troya de la Ciencia en el Arte. Se trata, destacadamente, de la respuesta que se espera de los hombres de letras. Mejor que la defensa del propio me vale la del admirable Paul Johnson, roca de la tradición… y sin embargo: «Las piezas celebratorias de los devotos de Leavis expresaban particular admiración por su tosca polémica con C. P. Snow. En su momento pensé que no había captado el meollo del argumento de las “dos culturas” de Snow, y que era tan innecesariamente venenoso que sugería una antigua ofensa personal. Sin duda Snow le hizo un favor -como a muchas otras personas- pero Leavis era la huraña encarnación del adagio: “Ninguna buena acción queda impune.»

Arcadi Espada

El correo catalán / El mundo

22-11-2008

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