Al principio creí que era simple estupidez; pero rectifico. Es prepotencia, vileza y mala leche. Es la imbecilidad de unos pocos visionarios analfabetos, aceptada con entusiasmo formal por los clientes y en silencio cómplice por los cobardes. Como se veía venir, aquel artículo 22 bis de la ley 56/2003, creado a partir del artículo 5 de la ley de Igualdad, ha conseguido el sueño perfecto de todo gobernante totalitario: reprimir hasta el uso de la lengua hablada y escrita cuando no se ajusta a su concepción del mundo, por muy limitada, inculta o cantamañanas que ésta sea. Rebajar por decreto, imponiendo el uso irracional de la fuerza del Estado, la libertad y dignidad del idioma español hasta el triste nivel de su propia estupidez. De su mezquino oportunismo político.
Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal
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