Es difícil jugar a la ruleta rusa. Tanto o más como ir rellenando un boleto de bingo con caras sonrientes.Cada ficha verde supondría una vida y de colocar la roja, hablaríamos de una casilla menos, una vida menos. Ése es el principal recuerdo que nos viene a la cabeza cuando recordamos el rescate de los mineros chilenos. Frivolidad ésta que ocupaba la mayor parte de las portadas de los diarios digitales. Unos daban más color a los ya rescatados, otros los tickaban de color verde, ya saben, cada uno tacha sus casillas del bingo como quiere.
El final fue feliz, y como comentaba una colaboradora, por ello podemos hablar de Gran Hermano mediático. Hubo tiempo de lágrimas, sonrisas, mineros que salían con piedras para repartirlas entre los seres queridos, el capataz saliendo en acción épica como el capitán que no abandona el barco hasta que sale el último tripulante e, incluso, un minero que se encontró con su amante que a su vez se había encontrado con su mujer, cosas de la fama.
Decía Montagut, director del gratuito ADN:
"Una vez el milagro de la mina de San José se ha hecho realidad, y los 33 mineros han regresado a la vida, es la hora de reflexionar. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, ha prometido una investigación a fondo sobre la falta de seguridad en la mina donde se produjo el hundimiento y ha prometido mejoras en las infraestructuras mineras del país. Otro chileno, Juan Somavía, director de la Organización Internacional del Trabajo, ha señalado que la minería emplea al 1% de los trabajadores del mundo, pero que ese sector genera el 8% de los accidentes mortales. El dato es escalofriante, como lo ha sido la odisea de estos seres rescatados de las entrañas de la Tierra. El milagro de San José no sólo debería servir para mejorar las condiciones de la minería chilena, España también debería auditar la seguridad de la suya, y de forma urgente."
D.N.M.
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