En nombre de la crisis, prácticamente, nos tomamos las uvas a finales de 2009, y con las consecuencias reales de la misma nos las vamos a tomar en este entrante 2011. La consabida palabra no nos ha abandonado en todo el año, y su utilización partidista es ya el pan nuestro de cada día. En esta línea, el hecho más relevante del año que nos deja fue la huelga general celebrada el 29- S. A las consecuencias negativas habituales de esta iniciativa, cabe sumarle al menos un dato positivo: la pérdida de crédito por parte de los sindicatos. Su desfachatez, su falta de compromiso con el trabajador y excesivo celo político, su oportunismo, sus subvenciones interminables, y su más que cuestionable labor y representatividad para el trabajador español, quedaron al aire libre más que nunca aquel día. Tan lamentables como inolvidables se hacen las imágenes de los transportistas nacionales a tortas con sus compañeros a la entrada de los principales mercados para poder descargar la mercancía. Se ve que ésta es la igualdad de oportunidades a la que aludía Marx.
Por otro lado, en el resto del mundo, un terremoto terrible acechaba a Haití, lo cual aprovechó la progresía del momento para convertirse en adalid de democracia y la libertad. ¿Acaso alguno deseamos el mal a otro en forma de desastre natural? Pues no parece sólo que lo deseemos, sino que lo apadrinemos. En fin, al igual que ocurrió con el chapapote gallego, si te pones la camiseta y te vas al Congreso disfrazado de perroflauta eres más y mejor. Esto es Expaña. En el Congreso, precisamente, se ha destapado este año el bufón nacional. No es de extrañar, sin embargo, que haya elegido dicho lugar para continuar con las actuaciones malas a las que nos tiene acostumbrado Willy Toledo. Éste, desde la vanguardia de los enemigos del jabón con chaqueta, se dedicó a interrumpir un día una sesión, lo que le valió su expulsión. No estaría mal, aun así, que en la sala de la democracia, los integrantes de la misma no congelaran sus sueldos millonarios de forma vitalicia. ¿Conocen este dato real los demócratas y liberales votantes de este país, o nos vamos a echar las manos a la cabeza si alguno se le ocurre cuestionar la Carta Magna de 1978? En cuanto a la clá de Toledo, Ramoncín y compañía, parece que el tema de la Ley Sinde ya les hace menos gracia. ¡Anda que no saben éstos!
Así las cosas, nos plantamos en la primavera de 2010. Zapatero se las veía y se las deseaba para arañar dinero público. Por ello, un 13 de mayo anunciaba una muy importante reducción en el salario de los funcionarios públicos. Ese mismo día, y en lo deportivo, Mourinho dejaba claro su intención de dirigir al Real Madrid. Sin embargo, entre tanto, y por encima de lo social, lo político o lo deportivo, aquella mañana se alzó un único nombre que abría portada y telediarios: Atlético de Madrid. La noche anterior, y 62 años después, el Atlético de Madrid volvía a levantar un título europeo. Las calles madrileñas se habían teñido de rojiblanco entre la incredulidad y la felicidad de los atléticos. La plaza de Neptuno se levantaba resacosa y orgullosa, plena de chulería madrileña ante la silenciada Cibeles. Cualquier programa, cualquier tertulia televisiva, desde la más seria a la más futbolera, pasando por la telebasura, no podía dejar de pasar una y otra vez las imágenes de Hamburgo, en las que más de doce mil personas lloraban por ver a su equipo campeón.
Y continuaba el año.
Y un nuevo desastre se presentó, esta vez en Chile. Ahora el turno del circo mediático le corresponde a los propios medios de comunicación, que convirtieron en un lamentable Gran Hermano el sufrimiento de muchas familias. Como siempre, barra libre para los medios de información y sus más que cuestionables formas sensacionalistas. Cruzando el mapa del mundo, mientras se procedía al salvamento de los chilenos, el ejército judío seguía disparando con el odio que destilan desde su propia concepción como “comunidad” sin tierra a la que aferrarse más que la del color del dinero. Sin embargo, sus amigos de las barras y las estrellas se retiraban de Irak con la sensación de no saber ni por qué fueron realmente, ni para qué les traían con las orejas gachas.
Volviendo a nuestro país, y a lo más “nuestro” todavía, que es la fiesta nacional, el matador Julio Aparicio salvaba la vida después de una terrible cornada en Las Ventas. Una imagen que ya no se podrá ver en La Monumental de Barcelona. Allí precisamente, donde los taurinos han vibrado más que en ningún otro sitio, y que ha sido objeto del odio separatista. Estamos en España, estamos en verano, y estamos en el pasado 11 de julio. Aquel día, como ayer, el mundo a nuestros pies. El mágico Andrés Iniesta coronaba el fútbol rojigualdo en Sudáfrica en un año en que el deporte español no ha hecho otra cosa que levantar trofeos y sospechas. Bueno es que algo tan bonito sirviera para ver nuestro país teñido de sangre y oro, pero más bonito hubiera sido que los gobiernos que hemos padecido en los últimos 30 años hubieran velado por quienes honraban esos colores. Pero, a quién le extraña esto si, terminando ya el año 2010, hemos visto por primera vez a los militares españoles actuando en un declarado estado de alarma. Los mal acostumbrados controladores aéreos encañonados mientras Arnaldo Otegui era absuelto. Desde el gobierno de la ruina, la coherencia por bandera. Porque hablamos de Otegui, hablamos del terrorismo etarra. Nos habríamos ahorrado más de mil muertos, que a nadie se le olvide. Por ello, y llegando al final de este resumen del año que se nos va, el recuerdo más sincero para aquellos soldados españoles que, por desgracia, de nuevo han caído en este 2010. Que alguien nos explique qué hace un soldado español muriendo en Afganistán en un conflicto entre terceros, mientras en casa tenemos el patio como lo tenemos. A ellos el honor y la gloria de haber caído en acto de servicio por España. A quienes les envían, la palmadita en la espalda de los “solidarios” e hipócritas gobernantes mundialistas.
Luis F.V.
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