En una tesitura complicada nos
puso aquel que inventó el fútbol y
añadió números al asunto. Un balón, once jugadores, dos partes. Esto último
condena a la crónica de lo de ayer: dos partes. Diferenciadas ellas y no solo
por su tiempo.
La primera fue una oda al insulto
de lo 'no válido' que es algo que se crea siempre que una fuerza puede vencer a
lo oficial. Bastó que Xavi dijera su predisposición -¡moral!- hacia el único
juego posible para que el Atleti se volviera a reinventar.
Mal, por cierto. La primera mitad
del Atlético de Madrid fue un achique de espacios excesivo incluso para los que
amamos el 'antifútbol'. El arreón inicial, que duró hasta el 25 o así, recordó
que las semis de Champions no eran un viaje dentro del Erasmus sin más. Muller
demostró a cada segundo el jugador que es y las combinaciones frontales,
descargadas en Ribery, auguraron lo sucedido.
Sandro Rey lo hubiera adivinado
también: un gol del Bayern. Llegó en una falta cometida por Augusto, un tipo
cumplidor, pero al que le quedan grandes demasiadas vitolas. Al balón le pegó
Xabi con la rabia contenida de Lisboa y Giménez, soberbio y fiel sanchopanza de
Godín, no pudo esquivar y no sólo eso sino que desvió el tiro que iba a las
manos de Oblak.
Una señora con guadaña y vestida
de negro nos tocó la cara. En un agarrón de Giménez a Javi Martínez, tan claro
como innecesario, tan evitable como tendencioso, Cakir señaló penalti. Muller
lanzó centrado y Oblak blocó asegurando que también para penaltis.
Los de Guardiola comenzaron a
desgastarse por el propio peso de los minutos. Ante cualquier incidencia, Oblak
que, junto a Gabi, fue lo único salvable de la primera mitad. Oblak consiguió
que olvidásemos a Courtois y hay quien empieza a pedir una calle con su nombre
en Madrid. Yo por menos de una plaza no muevo un dedo.
Los otros 45
Y de ahí los números. En la
segunda parte, Simeone decidió dar entrada a un futbolista por Augusto.
Carrasco, o el aire fresco, supuso que el Atleti combinara como no lo había
hecho en todo el encuentro. En una única de esas, Torres asistió a Griezmann
que se quedó sólo ante Neuer. Tras un día en el que los segundos se nos hacían
minutos y los minutos horas, los minutos se nos hicieron días. El francés no
falló, no había opción de ello. Saltamos, nos abrazamos, dijimos "¡el
fútbol es la hostia!" pero miramos al reloj y no pensamos lo mismo.
El Atleti fue reculando campo, y
metros, y cesped del bien cortado hasta que sucedió lo inevitable. Lewandowski
cabeceó a la red y todos pensamos en lo que quedaba por sufrir. Pero Torres se
sacó una jugada de las de Torres y forzó un penalti que no era. No lo era tanto
que quiso fallarlo o, solo de esa manera se explica que lo tirase al mismo
sitio que el penalti erróneo alemán.
A partir de ahí cogimos aire y lo
fuimos echando poco a poco. Recuperábamos en las acciones de Thomas y lo
perdíamos en los segundos en los que los balones se iban a las bandas alemanas.
Tras 5 de descuento justos como la encarcelación de Conde, el árbitro pitó el
final. Cantamos mucho, nos abrazamos y preguntamos dónde está la escuela del
'antifútbol'. Esa misma que propugna los valores de que el fútbol lo inventaron
los ingleses, se juega once contra once y siempre ganan los alemanes.
Ahora
ganar es otra cosa porque Cholo Simeone vino a enseñar a vencer. En eso el
Atleti es único por las escasas derrotas. Las críticas y la moralina del 'antifútbol'
importan hoy lo que la Cipriana en los títeres. El 'antifútbol' sigue su camino
y nos encanta. Partido a partido.
Darío Novo
0 comentarios:
Publicar un comentario