Montpellier-Albi (205,5 km)
La victoria de Sagan (Cannondale) sobre la bocina de ayer,
aumenta la aureola de un tipo díscolo pero simpático al que todo vimos candidato
y así fue. Sentimos especial simpatía por Sagan desde que cumplió nuestro sueño
con una azafata o desde que le vimos aparcar la bicicleta subiendo al coche por
el capó. Pero, onirismos aparte, por días como el de ayer, Peter Sagan merece
la simpatía del ciclismo que queda, el noble, que no deja perder minutos bajo
la excusa desgastada de ser un esprinter. Porque Peter Sagan lo es, como lo
demostró ayer por delante de Degenkolb y Bennati, que también lo son y por tanto, parte del
espectáculo.
Fue una victoria bajo la campana, casi como las señales
horarias de una radio que indican el fin de una cosa y el inicio de otra. Hoy,
tras una semana de juegos de trileros con el sueño, aparece la montaña. El
primer gran angular que tendrán que superar los ciclistas nos es conocido y nos
pilla cerca: Los Pirineos. Apenas serán dos días por la montaña que separa
España de Francia. La primera de ellas hoy, con dos puertos al final de la
misma que será la primera toma de contacto y una segunda, mañana, con tres
puertos de primera y uno de segunda que nos atarán al sofá por delante de
paellas familiares.
Contador aseguró que
si puede atacará, lo que saca la vena taurina iniciados ya los San
Fermines particulares de la Grand Bouclé. Habrá que ver cómo responde su cuerpo
tras la caída y como lo hace también el de Purito Rodríguez que también ha
probado ya el suelo francés. La pelota, no obstante, queda en el tejado de
Froome toda vez que viene de correr y ganar una gran vuelta y acusará la
tercera semana, ya con los Alpes de por medio. Señales horarias, comienza el
juego.
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