Sierra Moreno
Daniel Moreno se impuso en una subida tendida en la que Igor Antón se dejó 1´20” con los favoritos. Chavanel nuevo líder.
Ocurrió cuanto queríamos. Cavendish dijo basta y no es que ello sea una buena noticia para el ciclismo, pero sí para la Vuelta. Lo es porque fruto del calendario la prueba se ha convertido en una excusa para algún tipo de corredores que, tras aguantar medianamente en el Tour, vienen a la ronda española como un paseo kilométrico que no les embote las piernas de cara al Mundial. Por eso ocurrió lo que queríamos: una cuarta etapa con montaña y en el sur, allá donde los termómetros suben de los 40 y de vez en cuando podemos meter los pies en las fuentes. Gracias a la Vuelta por esta pequeña criba en la primera semana y siempre nos quedará la gran pregunta ¿Si Mark en su honor, hubiera continuado la carrera cuantas horas habría perdido en Somiedo, Angliru o El Escorial? Dudas, dudas, dudas.
Ocurrió también que tuvimos la segunda victoria española, como pronosticamos ayer, que no será la última. Fue Dani Moreno que hasta hace bien poco no osaba a subirse en alto y a quien le tendremos que decir, de seguir así, que hay mas niños y que comparta. Todo empezó como empieza siempre en estos días. Fulminantes ataques desde los primeros kilómetros hasta formar un grupo de escapados entre los que contábamos con Toribio (Andalucía-Caja Granada). Llegaron a tener 8´ de diferencia sobre el pelotón a quién pareció no importarles demasiado. MoviStar entonces se puso en cabeza de pelotón por agallas, vergüenza torera y patrocinio. Y todo, claro, se jugó en Sierra Nevada. Hablamos de un puerto diferente. No se trata de una de esas paredes astures (y más la parte por la que fue encarada ayer) si no que es un puerto largo, tendido y con mucho, mucho calor. Infumable. Destacó en el inicio la prudencia, el miedo al primer día en alto y el ver la meta no sabemos si con prismáticos o telescopio.
Carrera lanzada
A medida que se iban pasando las pancartas que anunciaban que se acercaba el final, la carrera fue lanzándose sola, casi por inercia. Fue entonces cuando vimos a un Igor Antón (Euskaltel) cerrando el pelotón que cada vez contaba con menos miembros. A estas alturas, Lastras, nuestro Lastras, el ídolo del día anterior se había descolgado ya de los elegidos. Las fuerzas, no obstante no debían de estar del todo sobrantes. Cuando veíamos a un sonriente Van der Broeck (Omega Pharma-Lotto) fue Níbali quien colocó en cabeza a lo poco que quedaba del Liquigas, para descolgar a Antón que fue escoltado por Txurruka y Verdugo como fieles escuderos. Tiró tanto, que Nibali tuvo que darle un toque de relajación, que estamos en el cuarto día. Por entonces vimos pasar a Toribio quien intentó agarrarse a un grupo y levantó el pie de tal manera que nos dieron ganas de meternos en el plasma y empujarle. Vivo ciclismo. Quedaron los mejores y entre los mejores Chavanel (QuickStep) que aguantó y se vistió de rojo. Fue el momento de los ataques de ganar etapa. En esta ocasión Sorensen (SaxoBank Sungrad) y Moreno (Katusha) que se colocó a rueda de este para darle un apretón final en el último medio kilómetro que en Formula 1 diríamos que quita pegatinas. Ahí pusimos los relojes en marcha que tanto daño hacen a veces. Pasó el grupo de los favoritos y esperamos ver la esperanza naranja que trajera por el camino a Igor Antón. Fue un minuto veinte de desventaja. Lo que no sabremos es el daño psicológico.
Darío Novo
@Dario_Novo
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