[...]A pesar de estas excepciones, la concurrencia retrataba a demasiados estratos de la sociedad española como para pasar por la hez residual que describe la propaganda socialista. En su mayor parte, era la clase media que jamás basculará a extremismos, y que tiene un instinto primario y generoso para tratar de hacer lo adecuado: arropar a víctimas del terrorismo sin duda figura entre lo adecuado. Además de ellos, estaban desde colectivos gays como Colegas hasta señoras sosteniendo un crucifijo como en una procesión, con espacio entre esos dos márgenes para representantes de alternativas políticas como Rosa Díez, o intelectuales del calibre de Carmen Iglesias, o inteligencias cargadas de futuro como Cayetana Álvarez de Toledo.
David Gistau
El Mundo
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