Pero como vamos a tener tiempo de diseccionar la cómica actuación arbitral más adelante, vamos a la parte seria.
Se presentaba ante el Atlético un Zaragoza con urgencias, si, con urgencias en la jornada 5, cosas del fútbol y su vertiginoso ritmo. Y otra jornada más el fútbol nos confirma un tópico. Cuándo un equipo no está para nada, caso de este Zaragoza, es cuasi imposible que rescate algo positivo de cualquier encuentro, por más que todo se ponga a favor.
Los primeros compases del partido anunciaban una noche plácida en el Calderón. El Atlético quería el balón y lo tenía, mientras, el Zaragoza se limitaba a juntar las líneas atrás y trazar timidísimas contras dirigidas por Lafita.
A destacar en el conjunto rojiblanco el debut oficial de Filipe Luis, que si bien el día del Barcelona indicamos que comenzaba a ser un Expediente X, dicho Expediente pasa a ser el por qué de su tardanza en debutar, en fin, cosas de los entrenadores que jamás entenderemos. Y por la banda de Filipe Luis y un renacido Simao llegaba el peligro una y otra vez, con un juego rápido y vertical que poco a poco fue incomodando a un Zaragoza plano.
Fruto de esta inercia ofensiva que había conseguido el Atlético llegó el gol, con los protagonistas que antes señalé. Una combinación rápida e imaginativa de Simao con un Filipe que ganó perfectamente la espalda a Jarosik acabó con un certero pase, de los llamados de la muerte a un Diego Costa que no tuvo más que empujarla. Gol y reivindicación, en el Atleti asoma un tercer delantero competente tras años de mediocridad absoluta, buenas noticias para Quique.
Tras el gol nada cambió, el guión estaba establecido y las cartas encima de la mesa. El Zaragoza, con Ander Herrera desaparecido, se limitaba a achicar agua y el Atlético con un Assunçao imperial y un Tiago aseado, a construir fútbol y generar peligro. Fruto de este peligro tuvo en sus botas Diego Costa el segundo, pero no tuvo la claridad necesaria en el uno contra uno frente a Toni Doblas. Para el debe del Atlético se queda el hecho de que tras una gran primera parte el resultado fuera muy corto, ya que si bien hoy ha salido cara, en Valencia se demostró que puede salir cruz. Para un equipo que pretende estar en los puestos nobles de la tabla, es necesario matar los partidos cuando se debe, sin contemplaciones, eliminando lamentos innecesarios de última hora.
Comenzaba la segunda parte de la misma manera que finalizó el primer acto, con un Zaragoza empeñado en demostrar el por qué de su farolillo rojo y un Atlético dispuesto a sentenciar el partido cuanto antes y pasar página.
Corrían los minutos y nada pasaba, era inevitable el bostezo, pero amigos, apareció en liza el verdadero protagonista del partido. ¿Y quién fue el protagonista del segundo acto? ¿Quizás Sergio Agüero una vez recuperado de la salvajada de Gurpegi? ¿Pudo ser el Zaragoza que por fin decidió plantear algo diferente en el partido? Todas estas cuestiones quedaron en segundo plano, el protagonista fue él, un espigado y bien avenido colegiado procedente del Colegio Asturiano. El señor César Múñiz Fernández. Lo suyo fue una verdadera clase de cómo liarse la manta a la cabeza en treinta minutos. Comenzó el grotesco espectáculo tras señalar cesión en un robo de Tiago. Tiene mérito ser el unico visionario entre 40.000 personas que vio eso, lo dicho, mucho mérito. Continuó su número repitiendo la ejecución de la cesión y amonestando a De Gea por vaya usted a saber qué. Invito al lector a que mire las dos ejecuciones de la infracción y encuentre las siete diferencias entre ambas, luego usted se puede preguntar por qué decidió repetir una y decidió continuar la otra, quizás no encuentre respuesta, vamos a dejarlo en que son cosas de los árbitros. Y para rematar el show expulsó a Reyes, con la inestimable colaboración del utrerano. Inexplicable la expulsión, tanto por la acción de Reyes como por el castigo. Como dato dejo el tiempo que necesitó Contini en ser atendido por la agresión del jugador sevillano. 40 segundos, ni más ni menos, que cada uno reflexione si esto es merecedor de una expulsión.
Después de estos cinco minutos de enajenación del colegiado, el Atlético salió muy maltrecho, lo que antes era control ahora eran nervios y el Zaragoza inevitablemente adelantó líneas, pero con muy poco peligro, sólo acciones a cuentagotas de Lafita y los disparos lejanos de Gabi y Ander inquietaban a De Gea.
Los últimos minutos del partido fueron un querer y no poder zaragozano, alarmante falta de imaginación en un equipo que irremediablemente va a tener que plantearse de otra manera la temporada, toca luchar por no descender. En estos últimos minutos el Atlético, todavía en shock, se agarró a la consistencia de Assunçao y la tremenda seguridad de la pareja Godín-Domínguez, lo que a la postre resultó suficiente. Relevó Agüero a Forlán, errático toda la noche, pero nada cambió, el Zaragoza ni supo, ni pudo, mientras que el Atleti temía más las acciones del colegiado que las acometidas mañas.
Y así murió el partido, victoria importante para el Atlético que se ha encontrado con un partido que jamás esperó y un gran problema, las heridas de guerra que deja este choque con Reyes expulsado y Godín lesionado. Todo esto a las puertas de una de las visitas mas difíciles del año, Nervión. Pero antes visita el Bayer Leverkusen en la Europa League con la necesidad imperiosa, tras el tropezón de Salónica, de sumar tres puntos.
A.Briega
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