A lo largo de mi vida profesional he conocido a pocos hombres tan cabales, tan honrados, tan consecuentes y bien preparados como Marcelino Camacho. Combatió de verdad al dictador, no como esos giliporcelanas que hablan a toro pasado de actitudes que nunca mantuvieron. Don Juan de Borbón me encargó que estableciera contacto con Marcelino Camacho porque pensaba que sería uno de los líderes de la España futura. Aquellos contactos se convirtieron en amistad verdadera. El gran líder sindical, junto a Nicolás Redondo, alineó a los sindicatos en el espíritu de la Transición y contribuyó de forma decisiva, y en defensa siempre de los intereses de los trabajadores, a que no se produjeran traumas ni violencias en el cambio de una dictadura de cuarenta años a una democracia pluralista plena.
La espléndida realidad sindical de los años de la Transición ha ido degenerando hasta la crítica situación actual. Las centrales sindicales se han convertido en un negocio. La actividad de Toxo y Méndez se centra, sobre todo, en sacar dinero a las tres Administraciones, la central, la autonómica y la municipal. Correa de transmisión del Gobierno Zapatero, CC.OO. y UGT han perdido su ancho prestigio ante los trabajadores. Los sindicatos como negocio de la clase sindical no interesan a nadie.
Luis María Ansón
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